martes, 6 de mayo de 2008

Diálogos





Intentar escribir.
Comprar un cuaderno, probar la lapicera, huir de teclados.
Siempre huir. Un poco.

No sé

No sé muchas cosas, León Felipe, es verdad; tampoco todos los cuentos. A veces, ni siquiera uno. Ni el propio.

Pero intento.

Tratar de escribir, de salvar(se) (me) (lo) (la). Un inicio brillante, envidiado: lo li ta.
Llorar en un café, sonreír en una medialuna, resucitar en un renglón.

Juego, siempre juego, me distraigo. Inconstancia de amar, de odiar, me río, me lloro, me olvido. Pierdo el estilo que no tuve, me canso, me aburro, geminiana en la rueda de la fortuna de ganar y perder.
La inmensidad de la nada.

Palabras repetidas, incompletas, implícitas siempre: triste, el amor, casi, el hijo, lloro, la casa, Duràs, la escritura, todo, el tiempo, juego, la nada.

Intento, sigo, a pesar de

Un pésame más.

Comprarse un cuaderno para intentar, a pesar del ruido, gratificarme. Soy maravillosa. Resisto. He ahí la grandeza de la impotencia irreverente.

No renuncio.

Juego al tute. Me río. Te extraño. Te dejo.
Te necesito. Te invento. Te rechazo. Te persigo. Te busco. Te abandono. Te temo. Te flagelo. Te abandono. Te encuentro. Te te te te te te.

Y los ruidos del café de la música de la radio de la gente de los ecos de la angustia del deseo del pecado del destierro del tiempo del miedo de la soledad del frío del viento de la infancia del incesto del fallido del invierno del campo del trueno de la despedida del encuentro de dos.

Y la mano que sigue, sola, terca, sin mí, sin yo.
Lo escrito para otros.

Escrita.

Copyright©2008