sábado, 29 de noviembre de 2008

Palabras cruzadas

(¡Hola, amigos! Hace tiempo que no posteo ni comento en los blogs amigos debido al cansancio típico de esta altura del año. Les pido disculpas a los que esperan mis visitas, pero sepan que al menos los leo y que pronto volveré renovada y tal vez con alguna novelita por hacer.
Mientras tanto los dejo con un ¿cuento? de 2004. Cariños a todos)



Un mensajero en bicicleta da vuelta las esquinas escondido bajo grandes ramos de flores. Cuando retira un pétalo rojo que obstruye su visión ya es demasiado tarde. Un vehículo, que pasa por el lugar equivocado y en el momento no convenido, lo mata antes de poder darse cuenta.

Días antes, en una reposera, alguien había tomado una decisión, La había meditado horas, semanas. No había sido fácil decidirse. Todavía dudaba. Para superar la incertidumbre había contratado a un mensajero que le daría materialidad a su deseo. Y lo envió.

Días después, en paños menores, otro alguien se preguntará el porqué de su vacío. Se mirará al espejo y pensará que allí no hay nada. Sonreirá y llorará, aunque en el fondo sabrá que nunca el príncipe azul golpeará su puerta. Y resignada, recostada, leerá en el diario la estúpida noticia de un ciclista atropellado.



Copyright 2004

domingo, 9 de noviembre de 2008

Maldiciones benditas II


Yo crecí en un Infierno. El infierno que cocinaron mis padres, que habían edificado mis abuelos, que planearon mis bisabuelos, que ideó el primer hombre que habrá sido el más inteligente o el más necio, ya no importa.
En ese infierno se podía reír hasta que se te salían los ojos de las órbitas, llorar pero a escondidas, suicidarse pero con sufrimiento y resurrección. Allí era obligatorio ser feliz bajo pena de angustia sino se lo era, había que trabajar sólo ocho horas pero sentir el cansancio de veinticuatro. Se debía elegir entre querer a una flor o a un perrito, pero dicha elección implicaba el desmembramiento del rechazado, optar entre el amor y el dinero, sabiendo que lo elegido no sería suficiente sin la ayuda de lo otro, igual elección e insuficiencia entre la salud y la vida eterna.

Todo esto lo comprendí después de muerta, es decir desde la vasija o lo que es lo mismo: desde el deseo inalcanzable de llegar al último grano de arena

Sibila de Cumas


Copyright 2004 Verónica Rodriguez

lunes, 3 de noviembre de 2008

Maldiciones benditas I



El paraíso era donde ella estaba. Como desde siempre. ¿Usted no me cree? ¿Quiere una prueba?
¿Qué le puedo decir que no se haya dicho ya? Hablar de sus caderas, de sus ojos de mar, de su voz melodiosa...me parece ultrajarla.
La prueba es, soy yo.
Usted no me creería si yo le contara...el olor de su sexo, la fragancia de sus cabellos, la acritud de su piel. Pero hablarle es violarla.
¿La prueba? Mis manos, la punta de mis dedos, las huellas que en ellos quedaron.
Escribirla es matarla. ¿Por qué me obliga a eso? Le contaría de sus movimientos acompasados, de sus salvajismo o de su laxitud. Le contaría....pero, ¿para qué?
Es insistente, ¿eh? ¿No cree que yo pudiera haber estado con esa mujer?¿No la ve tallada en mis pupilas?
Ella no caminaba, ¿sabe? Volaba. Como un ángel. Posaba sus pies descalzos sobre mi vientre y yo sentía el peso de una pluma.
¿Qué quiere? ¿Que la desnude para usted? ¿No fue prueba de todo esto mi silencio hasta hoy, esta falta de voz, de escritura, que usted se atrevió a interrumpir?
Ella no me perdonará, no creía en las palabras, se bebía todas la tintas, todos mis sonidos y me daba a cambio el Edén, nada más

El infierno es volver a ser escritor.




Copyright 2004

miércoles, 29 de octubre de 2008


Recostada en mi incertidumbre
las luces son tenues
el sonido lejano
las voces ajenas

El ruido perturba el ocaso
en el umbral
del precipicio
de mi futuro

El salto felino
acecha posible propio
sin refugio
sin cueva

y las manos
temblorosas

y un cuaderno
para ser saciado

Cuando las palabras calmen el hambre


Copyright 2007

domingo, 26 de octubre de 2008

Poema 12, en Espantapájaros, de Oliverio Girondo

Me tomo el atrevimiento de dedicar este bello poema de Oliverio a Antonia

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.

martes, 21 de octubre de 2008

Yolleo, de Oliverio Girondo



Eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé y tanto
desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre
siempre yollando y yoyollando siempre
por qué
si sos
por qué dí
eh vos

no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo






Oliverio Girondo




Este bellísimo poema, que les suelo leer a mis alumnos para que desarticulen un poco el lenguaje y las ideas previas que tienen sobre la literatura (y que de paso me sirve para desahogar penas o hacerme la payasa en el curso, según el caso), fue extraído de En la masmédula, Losada, 1998.


Si quieren escucharlo maravillosamente recitado por el mismísimo Oliverio, un link directo:






miércoles, 15 de octubre de 2008

Cortázar y los cronopios



El otro día descubrí con tristeza que gente, varios de ellos vinculados incluso al ambito cultural, desconocian un capítulo fundante de la literatura argentina y me vi respondiendo a la pregunta. "¿Qué es un cronopio?"

Aún no puedo creer que esto suceda, como tampoco puedo entender a tantas personas atentas a los movimientos de las bolsas (yo que la única transaccion comercial que entiendo es el trueque) ni que en la televisión argentina no haya casi ningún programa digno de ser visto. Digo, como para mencionar algunas de las tantas cosas de este mundo que no comprendo...

No saber que Cortázar inventó los cronopios, Borges el aleph o que Hernández innortalizo "los hermanos sean unidos" para mí es la confirmación de que existen los universos paralelos y que hay demasiada gente perdida en ellos.

Mi desazón no me permite expresar esto con elegancia así que le cedo la palabra a mi adorado Julito para que presente a sus maravillosos cronopios, famas y esperanzas:



Viajes



Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades. Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios. Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.



Costumbres de los famas

Sucedió que un fama bailaba tregua y bailaba catala delante de un almacén lleno de cronopios y esperanzas. Las más irritadas eran las esperanzas porque buscan siempre que los famas no bailen tregua ni catala sino espera, que es el baile que conocen los cronopios y las esperanzas. Los famas se sitúan a propósito delante de los almacenes, y esta vez el fama bailaba tregua y bailaba catala para molestar a las esperanzas. Una de las esperanzas dejó en el suelo su pez de flauta -pues las esperanzas, como el Rey del Mar, están siempre asistidas de peces de flauta- y salió a imprecar al fama, diciéndole asi: -Fama, no bailes tregua ni catala delante de este almacén. El fama seguía bailando y se reía. La esperanza llamó a otras esperanzas, y los cronopios formaron corro para ver lo que pasaría. -Fama -dijeron las esperanzas-. No bailes treegua ni catala delante de este almacén. Pero el fama bailaba y se reía, para menoscabar a las esperanzas. Entonces las esperanzas se arrojaron sobre el fama y lo lastimaron. Lo dejaron caído al lado de un palenque, y el fama se quejaba, envuelto en su sangre y su tristeza. Los cronopios vinieron furtivamente, esos objetos verdes y húmedos. Rodearon al fama y lo compadecían diciéndole así: -Cronopio cronopio cronopio. Y el fama comprendía, y su soledad era menos amarga.


Alegría del cronopio

Encuentro de un cronopio y un fama en la liquidación de la tienda La Mondiale.
-Buenas tardes, fama. Tregua catala espera. -Cronopio cronopio? -Cronopio cronopio. -Hilo? -Dos, pero uno azul.
El fama considera al cronopio. Nunca hablará hasta no saber que sus palabras son las que convienen, temeroso de que las esperanzas siempre alertas no se deslicen en el aire, esos microbios relucientes, y por una palabra equivocada invadan el corazón bondadoso del cronopio.
-Afuera llueve- dice el cronopio. Todo el cielo. -No te preocupes- dice el fama. Iremos en mi automóvil. Para proteger los hilos.
Y mira el aire, pero no ve ninguna esperanza, y suspira satisfecho. Además le gusta observar la conmovedora alegría del cronopio, que sostiene contra su pecho los hilos -uno azul- y espera ansioso que el fama lo invite a subir a su automóvil.


Tristeza del cronopio

A la salida del Luna Park un cronopio advierte que su reloj atrasa, que su reloj atrasa, que su reloj. Tristeza del cronopio frente a una multitud de famas que remonta Corrientes a las once y veinte y él, objeto verde y húmedo, marcha a las once y cuarto. Meditación del cronopio: "Es tarde, pero menos tarde para mi que para los famas, para los famas es cinco minutos más tarde, llegarán a sus casas más tarde, se acostarán más tarde. Yo tengo un reloj con menos vida, con menos casa y menos acostarme, yo soy un cronopio desdichado y húmedo". Mientras toma café en el Richmond de Florida, moja el cronopio una tostada con sus lágrimas naturales.


Los textos fueron extraídos de: "Historias de Cronopios y de Famas", Bs.As., Editorial Sudamericana, 1994.

Si se quedaron con ganas de más, pueden ver un videíto donde Cortázar explica cómo nacieron los cronopios:

Y si quieren seguir escuchando su voz afrancesada leyendo sus propios textos:

jueves, 2 de octubre de 2008

Todo lo demás

El crepúsculo se cuela a través de la ventana del departamento de Belgrano. Desde allí se pueden ver las vías desgastadas del tren y oír el chirrido monótono de los rieles y maquinarias.
María está tejiendo cerca de esa ventana, pero el tejido de María parece detenido en el tiempo. Los últimos puntos fingen deshacerse unos a otros. María debería llamarse Penélope.
Los reflejos rojizos del crepúsculo se cuelan por esa y por todas las ventanas de Buenos Aires. Es una tonalidad que hiere, pero también que resucita. Neruda debería estar escribiendo.
María mueve apenas las agujas y finas hebras de lana se deslizan por sus dedos. El tejido de María no ha avanzado mucho. Ella está sentada cerca de la ventana por la que se cuela el atardecer, levemente apoyada en un alto sillón de terciopelo verde. Pero María no está en una finca ni tiene perros. Ella está en su pequeño departamento de Belgrano que mira hacia las vías del ferrocarril. Tiene, tal vez, abierto sobre la mesa un libro de Cortázar.
Los matices del crepúsculo pasan del anaranjado al rojo, del bermellón al violeta. El libro está abierto sobre la mesa y el cuento no fue terminado. El tejido de María, tampoco.
Las hebras de lana se deslizan por los dedos flacos de María que se arrellana, un poco menos leve, en su sillón favorito. Tal vez tiene miedo y por eso no terminó la novela. De pequeña fue ayudante de mago, ahora está tratando de terminar una vuelta de su labor.
Los reflejos púrpuras tiñen los cristales de la ventana y van oscureciendo la habitación del pequeño departamento de Belgrano donde María esta tratando se terminar su trabajo. De lejos se oye el silbido del tren, sólo de lejos, porque el pequeño departamento de Belgrano está en el séptimo piso y el sonido allí ya se confunde, un poco, con el viento.
Los dedos de María parecen cansarse y la cadencia del movimiento disminuye aún más hasta hacerse imperceptible.
El crepúsculo exhala sus últimos tonos. María apoya el tejido en el alto respaldo de su sillón de terciopelo.
María por fin se ha levantado, cerrado el libro y abierto la ventana.




Copyright 2004

miércoles, 24 de septiembre de 2008

El show

luces ciegas
miradas rutina
vitrina desconsuelo
con lentejuelas
de abierto telón

el arte sube al escenario
la diva baja al ruedo
loba egocéntrica
aúlla una súplica de amor
en soledad
acompañada
en público
expuesta e íntima

pa pa ra pa ra pa pa pa ra pa
pa pa ra pa ra pa pa pa ra pa
subí al escenario
y leí leí leí
pa pa ra pa ra pa pa pa ra pa
pa pa ra pa ra pa pa pa ra pa

escisión
ruptura
reconstrucción
plenitud
de abismo y cima

parir en escena
lo gestado en bambalinas
aventura estética
de poética corporal




El 19 de septiembre en el Teatro de Pan y Arte los que formamos Liter jazz estrenamos "Tocados por la pluma". Una función íntima, hecha para amigos y familiares que me vieron por primera vez subir a un escenario, una experiencia terriblemente maravillosa.

Aquí van algunas de las fotos de este show que conmocionó a espectadores y protagonistas junto con mi agradecimiento y afecto por compartir esta aventura:




(las imágenes son gentileza de la fotógrafa Ma. del Rosario Suarez Anzorena)

Para ver más fotos del show:

domingo, 21 de septiembre de 2008

El dinosaurio, de Augusto Monterroso

Les presento el cuento más breve de la literatura en español, según dicen. Su autor es Augusto Monterroso (1923-2003), guatemalteco y ganador del Premio Príncipe de Asturias en el año 2000.






Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Idea Vilariño, no puedo no amarla.

Ya no

Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme.
Nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.



No, la palabra que quizá más se repite en los poemas de Idea Vilariño, es también el título del poemario de donde fue extraído este poema terrible, pesimista, angustiante y hermoso.

Sólo diré de esta exquisita poeta uruguaya, respetando su perfil bajo, que estuvo varios años relacionada amorosamente con Onetti y que le dedicó varios de sus poemas. ¿Cómo esperar entonces que sean un canto a la vida, no?

(¿Estará mal si creo que vale la pena sufrir, decepcionarse, no tener esperanzas... si eso hace que se escriba un poema así?)

lunes, 8 de septiembre de 2008

Volada de mí


La sombra inquieta de un pájaro que atraviesa una ventana y no necesita decir nada más.


El pájaro afónico que vuela kilómetros para trinar a la hembra.


La sombra de un pájaro sin voz vuela kilómetros para cantar al amor que no encuentra.


La mudez del pájaro desgarra el cristal de otra jaula.


Copyright©2004

miércoles, 27 de agosto de 2008

La vida, ese sueño

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Un ilusión.
Una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Calderón de la Barca


Claudio no tenía la facultad de soñar. Ni en colores, ni en blanco y negro, ni con sonido, ni mudo. No soñaba.
Sólo se dedicaba a esperar a la mujer que, por costumbre del lenguaje, llamaba la mujer de sus sueños.

Un día ella apareció tal cual él la deseaba, con todos los atributos y hasta con los pequeños defectos presupuestos que la hacían aún más perfecta. Y ese día fue inmensamente feliz. Había aprendido a soñar.
Copyright©2004

domingo, 24 de agosto de 2008

El sueño de


Juan soñaba todas las noches el mismo sueño.
- ¿Qué soñás?-le pregunté.
- No lo sé.
Y era verdad. No sabía qué era lo que soñaba, sólo sabía por intuición que siempre era lo mismo.
- ¿Cómo sabés que es el mismo sueño?- le preguntaba yo obstinadamente en todos mis sueños.

Copyright 2004



domingo, 17 de agosto de 2008

Postales de mi ciudad V


Huecos de secretaria

¡Ya ni se puede caminar por la ciudad a esta hora! ¡¡Las nueve y cinco!! Otra vez llego tarde. ¿Estará Sergio? Si está, le histeriqueo un poco para que no me pase el tarde y chau. ¡Qué tonta! ¡Me olvidé de retocarme los párpados! ¡Se me notará que no difuminé el marrón? Como el otro día, cuando salí con Pablo. ¡Qué vergüenza! ¿Por eso no me habrá llamado más? ¿Qué le habrá pasado? Igual era un aburrido. Cuando empezó con lo del cine iraní casi me muero del embole. ¡Ay!, no me tengo que olvidar de que hoy tengo turno con el masajista. Leí en la revista que me prestó Marita que las tensiones son las que me pueden estar generando estos dolores. Pero yo no creo que la tercera separación de mis viejos, esta vez porque papá se fue con alguien de mi edad, tenga algo que ver. ¡Ayyyyyy! ¡Se me corrió la media! ¡Debe haber sido en el subte! ¡Qué desastre! ¡Odio que me pase esto!


Copyright©2008

miércoles, 13 de agosto de 2008

Escribir por encargo
Escribir para concursos
Escribir para recuperar
un amor
una flor
Escribir por catarsis
por miedo
por timidez
Escribir de costado
Escribir denostada
Escribir devorándome
Escribir nunca
para hoy
Escribir triste
siempre escribo triste
Escribir presa
de mis textos prostitutos


No es angustia
y sin embargo
ocupa hasta el renglón


Mi letra se desdibuja
se esconde
se llora


Llenar el vacío estúpido
incoloro
insípido
provocador
de la página
de la hoja
de la pantalla
de la piel
del hueso
de la memoria
insomne
maltrecha
borrada
en todos los idiomas


Me v o y e n l e t r a s


El camino
de saliva

de sudor
de sexo
de agonía
de silencio



desolación



una palabra vasta





Copyright©2008
La foto corresponde a Epecuén en la actualidad, ciudad sepultada bajo las aguas saladas de la laguna.

martes, 12 de agosto de 2008

Postales de mi ciudad IV


La calle del chico


Menos mal que está aflojando el frío. Se me congelaban las bolas, se me congelaban. Y el poxi no me alcanza pa olvidarme.
A ver qué consigo hoy.
Ahí viene el hijo de puta del kiosco, sorete. Vas a ver lo que te hago hoy. Un sándwich de mierda que te pedí. Preferís tirarlo.
Ya le voy a dar tu dato al Roli. Vas a ver si ése te la perdona como yo.
A la final los que están con Roli están mejor. Y yo acá, garroneándola y cagándome de frío.
Pero hago lo que quiero y algunos días no son tan malos.
- Eh, doña Marta –la vieja de los mandados. Siempre algo me da. ¿Sólo un pan hoy? ¡La próxima que le lleve la bolsa magoya!
El puto del kiosco. Ya lo voy a agarrar y le quemo el tacho como la otra vez. ¡Ja!. No está tan mal el pan este a la final.


Copyright © 2008

domingo, 10 de agosto de 2008

Del juego final



La grieta no parecía ceder. Yo siempre deseé y temí el momento en que eso sucediera. Pero ésta no es mi quimera, es de ella. Y debería continuarla.
¿Cómo narrar una historia de pedazos, hecha añicos por la necia obstinación de que todo continúe igual?
La grieta no quería ceder. Ella tampoco. Si digo que toda su vida era el precio que había pagado para llegar allí, no cuento demasiado. Habría que relatar, si fuera posible, cada minuto de cada hora, cada uno de aquellos sesenta segundos de desprecio y lástima de sí misma, de amor y odio contra sí y el mundo, para comprender la llegada inoportuna de ese momento.
La grieta no podía ceder. Intentemos atarnos a este relato, el de Eva, el mío. Ella lo había intentado todo, incluso entenderlo, incluso perdonarse. Peor ya estaban en las últimas páginas de un libro mal contado. Continuaba por inercia, pero el final era evidente.
La grieta no debía ceder.

Hasta que fue traspasada y ya no hubo juego ni final.

Copyright 2004

jueves, 24 de julio de 2008

Como una reina


Siempre el diablo mete la cola, murmura, para consolarla, la vieja que está sentada a su lado en la rota butaca del tren. Pero siempre me la mete a mí, piensa ella que acaba de cortar una conversación telefónica con su jefa, apenas audible por el traqueteo del viaje.
¡Mierda!, dice para sí, y una puntada de dolor en la sien le hace recordar, por si hiciera falta, que no puede soportar a su jefa. Verla, cruzarla por un pasillo, ya la pone en tensión y, últimamente, se le sumaron las puntadas en la sien. Siente hacia ella un rechazo instintual, corporal.
Debería dejar este trabajo, piensa. También piensa que debería tener para eso otro respaldo económico, una casa propia, ideas más claras acerca de su futuro, sentimientos más puros acerca de su pasado…
Pero no puede pensar más, la puntada se repite más intensa. Cierra los ojos.
- El diablo siempre mete la cola, m´hijita –dice la vieja mientras se apoya en los hombros de ella para incorporarse con dificultad de su asiento. Mientras se dirige hacia la puerta del vagón de ese tren que se acerca a la próxima estación, sus bolsas se abren camino golpeando todo lo que se interpone en su paso.
Vieja de mierda que me golpeó, piensa ella irritada pero se arrepiente al instante y casi se ríe de su intolerancia. En realidad, odia viajar en tren.

Maga tengo que ser para sobrevivir, retoma el hilo de su pensamiento. La idea de acercarse a su trabajo le genera más y más tensión, aunque también cierta resignación in crescendo.
Abre los ojos y observa como tantos días a sus compañeros de ruta: hombres y mujeres vencidos por la vida, cansados, ya ni tristes, ausentes de sus cuerpos y de sus contingencias diarias o absorbidos por éstas.
Yo no estoy tan mal después de todo, se dice a si misma desarrugando el ceño. Todavía tiene ideales deseos, broncas y rebeldías…
Su idealismo es como la esperanza en la caja de Pandora, no se sabe si es un mal o un bien, pero por lo menos le permite cada día abrir los ojos y mirar por la ventana de ese tren desvencijado camino a Constitución.
Dos estaciones más y llegará a la atestada terminal, fin de la primera parte de su viaje diario al centro de la ciudad.
Comienza a arreglarse el flequillo, se retoca los labios ya que luego del llamado se comió frenéticamente parte de la pintura, se alisa con las manos la camisa y se prepara para bajar del tren, toda una odisea a esa hora de la mañana.
Ahora me cruzo con mi príncipe azul, piensa mientras se incorpora de su asiento. En eso, se le cae al suelo el celular que intentaba guardar en su cartera. Entonces ve una espalda flexionada de un hombre que gentilmente le está buscando su celular y ve la mano amable que se lo alcanza. Una mirada le basta para saber que no es su Adonis…
- Gracias, muy amable –le dice y baja del tren como una reina.


Copyright©2008

domingo, 20 de julio de 2008

Cultivo una rosa blanca, de José Martí








Cultivo una rosa blanca


en julio como en enero


para el amigo sincero


que me da su mano franca




Y para el cruel que me arranca


el corazón con que vivo


cardo ni ortiga cultivo


cultivo una rosa blanca


José Martí

Hoy, en Argentina, se celebra el Día del Amigo. Y me acordé de este amado poeta que, la verdad, tenía un poco olvidado. Y se los quiero dedicar a todos mis amigos, de los cuales estoy orgullosa!

domingo, 13 de julio de 2008

De paseo



Cierro los ojos y cuando los abro estoy sola, en penumbras, en una especie de pasillo estepario, relaciono.
- Mi vida –digo, tal vez.
Y veo. Veo un cartel encima de una puerta carcomida por el tiempo y la humedad. Leo el cartel. El cartel dice: “Infancia” y me doy vuelta. No quiero mirarlo. Me duele. Me atrae y me repele a la vez. Me duele.
Esta noche inventada también me duele. Más.
“Infancia”. Qué cartel inoportuno, con olor a tostadas de abuela, a miedo al ojotazo con la adidas azul de goma gruesa, con gusto salado de la lagrima atravesada en la garganta, que pica, pica mucho y no baja y una ya no se acuerda por qué llora para adentro porque lo único que quiere es que baje eso para que no duela más todo el dolor de la infancia concentrado en algo que hay que tragar, y no baja.
Ese cartel no. Esa puerta, menos.
Hay otra puerta con un número y la palabra “años”. Ésa tampoco. Debe ser muy acuosa. ¿Cuánta agua se juntará de un llanto que dura un año? Debe ser un cuarto amniótico, inundado.
Hay otras puertas. Con carteles raros. Distintos tipos de amor. Amores en minúscula. Amores mejores y peores, tenaces y leves.
Se perciben, lejos, otras puertas. Algunas con carteles en blanco. Otras, con carteles borroneados.
Imagino un ser parecido a un ángel, sin alas, colocando una puerta, lijándola, pintándola. Le coloca encima un cartel con letras doradas. No puedo ver lo que dice. No puedo ver más.
La luz me ciega y estoy en mi cuarto. Sola. El sol me entibia la espalda. El sol. La almohada olvida mis secretos.
Afuera está lindo.


Copyright 2008

viernes, 4 de julio de 2008

Cuadro despintado


A veces cuando vemos un cuadro vemos sólo eso. Una tela o cartón enmarcado con una imagen dibujada o pintada de un barco a orillas de un río.
Pero a veces cuando vemos un cuadro de un barco vemos al abuelo que trabajaba de estibador en el puerto y volvía cansado a la noche a casa a darse un largo baño y a ponerse una camiseta blanca, muy blanca para blanquearse la mugre de tanta bolsa cargada y nos acordamos de las uñas impecables que se hacía arreglar por la manicura y del día en que con sus dos manos poderosas alzó a la nieta a babucha por la calle Florida a la salida de un espectáculo deportivo en el Luna Park y nos imaginamos o añoramos la emoción de la niña que por primera vez veía todo desde arriba, desde la altura de un gigante que le ofrece un mundo pequeño, conquistable.
Y recordamos a los chicos pequeños que nos hacen enojar y están bajo nuestra responsabilidad y que preferimos saltar enloquecidamente para descargar la bronca que nos generan con sus berrinches antes que descargar nuestra furia contra sus cabezas, los rostros que se apiñaban en torno al hueco de la cueva de los zorrinos recién nacidos que emanaban un olor sulfuroso sólo soportable por la curiosidad de ver esos cachorros peludos, tan peludos como la estola de zorro que la mamá guardaba celosamente en el placard y que la niña, otra vez la niña, robaba de tarde en tarde para disfrazarse de mujer y modelar ante un espejo mudo que la devolvía señorita y coqueta y los dedos juguetones se deshacían acariciando el pelo grisáceo de esa estola que se hizo más oscuro y menos tupido en el pecho del primer hombre, hombre niño que tuvo a la niña mujer entre sus brazos y los dedos que luego, altaneros, se entrelazaron en la mano del hombre hombre de pelo negro y canoso de pecho cobarde que no se animó a amarla porque sabía que si lo hacía no se podría ir jamás de su lado.
Porque a veces queremos evitar sentir frente a un cuadro de un barco las ganas locas de zarpar, de huir del paraíso que no se puede tener.
Copyright 2004
La imagen que acompaña es de Claude Monet

miércoles, 25 de junio de 2008

Los eucaliptos

Los eucaliptos de papá los juntábamos en el Parque Avellaneda; su aroma llenaba la habitación cuando los poníamos en la cacerolita encima de la estufa y el vapor insípido del agua se mezclaba, sensual y permitido, con el olor de eucaliptos recién arrancados, de aquellos árboles del Parque Avellaneda, esos domingos a la tarde.

A la noche, pero eso seria mucho después, vendrían las pesadillas con el león inmenso que se abalanzaba sobre mí, niña Eva, que jugaba a Afrodita o a Electra, sin saberlo aún.




Copyright 2008

domingo, 22 de junio de 2008

Juan Carlos Onetti, uno imposible de amar y de dejar de hacerlo

"- ¿No quiere que hablemos?- invitó seria, sacudiendo aún la cabeza.
- No.
- Está bien. Usted es un hombre. Esa vieja incapacidad de los hombres para revisar una cuenta cuando saben que la cuenta está equivocada...
- No entiendo -murmuró él; miraba hacia abajo, el estrecho camino costero por donde caminaría alguien viniendo hacia él sin saberlo -Y si entiendo, siempre creí que era una particularidad femenina.
- No, no. Una mujer no. Ni siquiera aprendió eso, pobrecito. Una mujer seguirá creyendo que, de alguna manera, por alguna cifra que está actuando sin figurar en la cuenta, la suma es exacta. Pero hará la comprobación cada día, en cada oportunidad, y sabrá siempre que en apariencia, en el papel, está equivocada. Yo sé que usted va a ofenderse si le acaricio la cabeza; por eso no lo hice nunca. Además una mujer sabe qué cifra es la que estropea la cuenta."


El diálogo anterior pertenece a la novela de Juan Carlos Onetti: "La vida breve". Este excelente escritor uruguayo cuenta acá la historia de Brausen, un escritor que, frente a la crisis de su matrimonio, empieza a imaginar ficciones. Este es el argumento/excusa que Onetti usa magistralmente para contar cómo se hace una novela.

Brausen, creador/dios/escritor, vive la vida de sus personajes, es sus personajes, dialoga con ellos, comparte la oficina con el mismo Onetti... Una delicia. Eso sí, no apta para leer en el colectivo por el existencialismo que destila, la fuerza demoledora de algunas frases, la antiheroicidad de sus personajes, los saltos permanentes de escenarios y de tiempos, la belleza de algunas frases que necesitan su tiempo de asimilación.

Una novela probablemente escrita desde la cama (Onetti pasó diez años en una). Una novela para ser leída en la cama, con los ojos bien abiertos.

lunes, 16 de junio de 2008

Shhh



la obviedad de la palabra

calla

frente a la certeza

de este silencio
Copyright2008

viernes, 6 de junio de 2008

Fotos de prostíbulo


Maquillaje. Si pretenden que acepte, ¿cómo se dice?, sacarme una foto, por lo menos me tengo que maquillar. Algunos dicen que esos aparatos te quitan el alma. Por eso me voy a dejar convencer. Y maquillar bien.
Hace ya una hora que llegaron. Vienen de Buenos Aires. Eso se nota aún antes de que lleguen. Por el ruido del motor, por sus voces gritonas, sus aires no tan buenos. Como aquél, como ése del que me quiero olvidar. Del que ya me olvidé.
Bajan del auto y una ya sabe quiénes son. Son ruidosos, exagerados, ricachones que se llevan el mundo por delante. Pero de puertas para adentro saben que son unos pobres tipos. Ni el perfume francés, ni los zapatos caros les sirven para convencerme, otra vez convencerme, de que son felices o de que saben lo que quieren. El único que lo hizo fue él. Y no era tan rico, ni tan bullicioso, ni tan extrovertido, ni tan... nada. No me quiero acordar. Mejor, maquillarme y salir al patio y jugar a la puta de provincia y convencerlos a ellos de que me creo el juego, la historia, sus risotadas. Tener el control y divertirme con eso, con que se crean mi ingenuidad, mi escasa alegría y ver en todos ellos a ninguno, para no verlo a él, para no pensar en él, para que en el cuarto, dentro de un rato, no seamos dos los que lloremos. Porque ya se sabe: una puta no debe jamás enamorarse.


Copyright©2008


Compiló las fotos Ricardo Ceppi
Curiosidad: Este cuento lo escribí hace unos añitos cuando iba a un taller lietrario y su coordinador (¡grande, Jorge Cabrera!) nos mostró estas antiguas fotos de un prostíbulo de provincia. Después nos contó la maravillosa historia de su aparición.
Resulta que una serie de extraños fenómenos (algunos llamarán casualidades) hicieron que estuvieran en una exposición en una galeria de Buenos Aires en 2005: una niña, jugando en la calle encontró unos tubitos de cartón, no sólo los recogió y no perdió o rompió sino que se los llevó a su casa. Esta niña es hija de un fotográfo, Ricardo Ceppi, y su padre reconoció el material. No tenía mucha esperanza en su conservación, pero la curiosidad fue más fuerte y por fin intentó la revelación. Y así fue como descubrió estas fotos. Y así fue como salieron a la luz, despuès de más de sesenta años, estas imágenes de un grupo de hombres bien vestidos que realizaban un largo trayecto, máquina en mano, hasta el viejo lupanar campesino de principios de siglo.

¿Es una serie de casualidades o el arte que trasciende y se muestra más allá de nuestras circunstancias y designios?

martes, 3 de junio de 2008

Silencios de escritora



"Puedo escribir los versos más tristes esta noche", repetía para sí una y otra vez la escritora.


No eran versos suyos. Tampoco era chilena, ni tenía una casa en Isla negra. Pero tenía un día negro. Y estaba triste.


"Escribir es no hablar", recordaba. Entonces pensó que estba bien escribir.


"Escribir es terrible", alguien debería haber dicho eso.

Es la noche.


Las flores nacen, crecen, se reproducen y mueren. Las flores se marchitan.


Las flores.


La flor del principito era egoísta. Pero se dejó domesticar, piensa.


Escribir es estar sola.


La soledad de la escritura. La soledad de la escritora.


La soledad.


Puedo escribir los versos más tristes hoy. Y no. Ni siquiera.


La escritora deja la lapicera. Va a la cocina. Se prepara un té. Se atiende. Se mima. Se perdona.



Copyright 2008 La imagen pertence a Irene Morack

lunes, 2 de junio de 2008

La cita IV (final)



Ella: “Hay piel, no puedo negar que me atrae este oso. ¿Por qué será tan dulce en la cama y después nada? Nos vimos el sábado y ni un llamado, un cómo estás. No estoy hecha para estos encuentros así. ¿O seré una estúpida por haber estado tantos años casada? ¿Tendrá razón la psicoanalista cuando me dice que no me quiero entregar a ningún hombre? Al final con Osvaldo era más fácil, tendría sus defectos pero… ¡Y este estúpido que no es capaz de llamar! ¡A la confitería horrible que me quería llevar el otro día! ¿No ve que soy una mujer hecha y derecha? ¿Ninguno me va a valorar? ¡Para repetir lo de Osvaldo me quedo sola y listo! ¡Buey solo bien se lame! Si al final los hombres están todos histéricos. Cuando voy por la calle, en una confitería, en el colectivo… ¡todos me miran, pero nada más! ¡Y después una se encuentra con tipos como éste! ¡Ni abrirte la puerta del auto! Osvaldo será lo que será, pero caballero era…
¿Me voy a quedar sola a los 42 años? ¿O me voy a tener que resignar a estar con alguien tan poca cosa? ¡No, no quiero! Quiero sentir que se preocupan por mí, que soy importante para él, que no soy un polvo y nada más. ¡Pero qué noches, mi Dios! Nunca creí que la podría pasar así con alguien que no fuera Osvaldo, y eso que él en eso…Si éste después de la cama fuera la mitad de lo que es allí, hasta me caso de nuevo! Pero bah, ¿me tendré que conformar con esto? Muchas ganas de formar un hombre otra vez no tengo, ¡ni quiero! ¿Por que? Si yo ya estoy formada, ¡por qué no me puedo encontrar alguien más o menos normal, que esté bien parado y sepa qué quiere? ¿Es mucho pedir eso?
¿Y encima no es capaz de llamar?”

Él: “¿Qué hago? ¿La llamo o no la llamo? Le mandé un mensaje y me lo contestó muy cortante. Tiene carácter fuerte esta mina! ¿Será verdad lo de los signos? ¿Quién me mandó a engancharme con una ariana otra vez? Dentro de todo a Mari la sabía llevar! Bah, ¡hasta que se rajó con el veterinario ése! Pero pensándolo bien, ¡está bien! ¡Si es una yegua!
Pero ésta es muy complicada, yo me doy cuenta, lo quiere disimular pero no puede. Siempre está como controlando todo, que si vamos aquí, que si vamos allá. ¿Por qué no vamos al telo y listo? ¿Para qué tanta vuelta al pedo? Si lo que queremos los dos es echarnos un polvo que nos dure toda la semana! ¡Yo vivo en una punta de la ciudad y ella en la otra! ¡No pretenderá que le haga el noviecito y la venga a buscar en la semana! Yo tengo mi trabajo, el partido con los muchachos, mis hijos… ¡Mirá si ahora que me deshice de la yegua voy a soportar a otra que me maneje los tiempos! ¡No, señor! Como dice Juan, ¡palo y a la bolsa! ¡Si las minas están todas locas! ¡Entregadísimas! ¡Y uno, que las sabe atender como Dios manda..! ¡Después no te las sacás más de encima! ¿Qué me tengo que enroscar con ésta?
Esta bien que la mina me guste, que en la cama se deje llevar como una gatita, pero todo lo demás es una lata! ¿La llamo o no la llamo? No, mejor llamo a Juan y organizamos una partida de pool. Mañana vemos.


Se vieron, se buscaron y se encontraron algunas veces más. Y paulatinamente se fueron distanciando.
Fueron apareciendo otras personas en sus vidas y fueron olvidándose.
A él le quedó de ella el olor de su piel mezclado con el buen perfume que usaba, ahora sólo saldrá con mujeres que usen perfumes importados, tal vez.
A ella le quedó de él el sacudón del miedo a estar con otro hombre, ahora está lista para un mejor encuentro, quizá.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Marguerite Duras, siempre

Cuando estaba casi, a la manera de "mi reino por un caballo", a punto de gritar: "Mi biblioteca por el "Escribir" de Marguerite Duras"... ¡lo encontré detrás del respaldo de mi cama!
Es que los libros están con uno, en todas partes. Y es éste el único libro, por el momento, que no presto de mi biblioteca porque es mi preferido y porque no lo quiero perder ya que lo tengo todo marcado con las frases que más me gustaron.
Las que voy a trascribir a continuación se las dedico a Nikté, a todas las mujeres que escriben, a todos los hombres que se permiten lucir su costado femenino y sensible a la hora de escribir.




Son reflexiones maravillosas, desde las entrañas, de una mujer que ha escrito:

"(...) Siempre he llevado mi escritura conmigo"

"(...) Alrededor de la persona que escribe libros siempre debe haber una separación de los demás. Es una soledad. Es la soledad del autor, la del escribir."

"(...) La escritura nunca me ha abandonado"

"(...) Las mujeres no deben hacer leer a sus amantes los libros que escriben"

"(...) Una mujer que escribe: los hombres no lo soportan"

"(...) La soledad no se encuentra, se hace"

Y termina el libro así:





"Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos -sólo lo sabemos después- antes, es la cuestión más peligrosa que podemos plantearnos. Pero también es la más habitual.

La escritura: la escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida"

lunes, 26 de mayo de 2008

La hoguera de las vanidades

¡Qué emoción! Antes de cumplirse tres meses de mi inmiscusión en el mundo bloggero... ¡recibo este premio!







La grata idea de premiarme fue de Daniel, así que por quejas dirigirse a: http://elfielreflejo.blogspot.com/ (de todas maneras yo no pienso devolver el premio)

Muchísmas gracias, Dany, por tenerme en cuenta y darme esta alegría!!!

Muchísimas gracias a todos los que semanalmente pasan un ratito por aquí!!!

Muchísimas gracias a todos los que, además de ojear, se animan a dejar comentarios, estímulos, debaten y hacen de éste un espacio vivo!!!

Consignas del creador del premio:

El Premio Brillante Weblog es dedicado a webs y blogs que resalten por su brillantez tanto en temática como en diseño. Y con el mismo propósito de promocionar entre todos una vez más la blogósfera mundial.

Reglas:
1.- Al recibir el Premio, se ha de escribir un post mostrando el Premio y se ha de citar el nombre del blog o web que te lo regala y enlazarlo al post de ese blog o web que te nombra ganador.2.- Elegir un mínimo de siete blogs (pueden ser más) que creas que brillan por su temática y/o su diseño. Escribir sus nombres y los enlaces a ellos. Avisarles que han sido premiados con el Premio Brillante Weblog.3.-Opcional. Exhibir el Premio con orgullo en tu blog haciendo enlace al post que tú escribes sobre él.


Mis premiados:

1.- Por su originalidad y por hacer pensar a través de una sonrisa: la vida es inclusive (
http://epareta.blogspot.com/)
2.- Por su estética: solsticios y equinoccios (
http://solsistere.blogspot.com/)
3.- Por la garra de sus textos, de sus comentarios y por todo lo que genera en sus lectores: cero inercia (
http://0inercia.blogspot.com/)
4.- Por la perspectiva estética desde la que mira su vida y textos (que él son la misma cosa) y porque me salió, afortunadamente, retorcido este querido alumno: tres palabras (
http://buscandoalayla.blogspot.com/)
5.- Porque es española, mujer, ama a la Durás y escribió un cuento que no me puedo sacar de la cabeza: el cuarto de los juegos (
http://esthersicole.blogspot.com/)
6.- Porque me gustan sus textos: el ventrílocuo (
http://ventrlocuo.blogspot.com/)
7.-Porque es español, hombre, ama el mar y su entusiasmo me animó a seguir escribiendo: pablos ballesteros (
http://pablosballesteros.blogspot.com/)
8.- Por la dulzura de su blog, en un mundo que la necesita tanto: tierra de sueños (
http://tierrademagia.blogspot.com/)


jueves, 22 de mayo de 2008

La cita III (continuación)


Se encontraron en el Chat. Se dieron explicaciones, se justificaron, enojaron, desconfiaron, acusaron, recelaron, aceptaron, se rieron, perdonaron y reconciliaron. Acordaron una nueva cita.
Se encontraron personalmente varias veces. Se desencontraron otras tantas.

Él no entendía. No entendía sus reclamos, sus enojos, sus tiempos, sus gustos.
- ¿Qué tiene de malo esta confitería que no lo tiene la otra?

Ella no entendía. No entendía sus maneras, su historia, su presente, sus tiempos.
- ¿Nunca aprendió en sus relaciones anteriores cómo tratar a una mujer?

Sin embargo se atraían, se intentaban. Charlas, café, cine, restaurante, miradas, roce de manos. Un encuentro, otro, primeros besos. Piel, química. Entonces, encuentro decisivo. Perfume. Lencería. El auto. La depiladora. Las ganas. Los nervios. Dudas. Miedos.
Excitación

Cita.

Él, satisfecho del encuentro. Dos veces en la primera vez, casi una tercera después de la ducha.
- ¿Por qué no querrá más esta mina?

Ella, rara. Le duele todo el cuerpo. Miles de posiciones. Pero gozó. Ay, gozó.
- ¿No se cansará nunca este tipo?

Se despiden después de cinco horas juntos. Los acucia la realidad: obligaciones, horarios. Terminó la novela. Hora de volver silbando bajito.

- ¡Qué poco afectuosa la despedida! ¿Siempre será así?

- Se ve que se rayó. ¿Qué le habrá pasado?

lunes, 19 de mayo de 2008

La cita II (continuación)

La cita II

La mujer llega diez minutos antes al bar de la calle Corrientes. Quiere anticiparse para elegir mesa, prepararse, manejar la situación.
El hombre llegará quince minutos tarde. Quiere llegar puntual pero una manifestación por las calles del centro lo demorará.
Ella se ubica al lado de la ventana, en el fondo, en línea directa con la puerta. Apunta.
Él no cree en su mala suerte, el taxi no se mueve. Salió antes de su trabajo para llegar a la cita pero ahora parece que no puede disparar.
La mujer se impacienta, toma el libro, lo abre, lo ojea, lo cierra, lo tapa con la servilleta. Observa. Mira el reloj. Las seis en punto. Entra un hombre solo. Muy viejo. Que no sea. Que no sea.
El hombre le indica al taxista que vaya por otro camino, que se apure. Que lo espere, que lo espere.
Ella pide un agua mineral. Boca reseca, corazón acelerado, ¿palpitaciones? Entra otro hombre, alto, buen porte. No lleva flor. El libro se asoma, incita. No aparece la flor. El hombre se acerca, parece que quiere hablarle. No lleva flor. Sigue de largo, va al baño.
Él no quiere escuchar más al taxista que parlotea sobre política. Apoya la flor en el asiento. Se inclina hacia delante para guiar al chofer. Quiere llegar rápido. Son las seis y cinco.
¿Cómo es posible que se demore en la primera cita? Son las seis y diez. Es una descortesía de su parte. Y tan caballero que parecía por chat. ¡Príncipes azules que destiñen tanto!
¡Malditos piqueteros! ¿Uno no tiene derecho a circular por su ciudad? ¿Uno no tiene derecho, una vez en la vida, a tener una cita?
¿Todo le tiene que salir así, qué hizo mal esta vez? ¿Por qué no llega? ¿Y si era el primero, con la flor oculta, y cuando la vio se avergonzó al verla tan joven y se fue? ¿Y si era el segundo y la vio vieja? ¿Y si mejor se va?

La mujer llama al mozo y paga. El hombre le pide al chofer que lo deje en la esquina y paga, prefiere caminar media cuadra y no dar más vueltas en el taxi. Ella va hasta el baño a buscar su cara en el espejo, no quiere llorar, se retoca el rimel. Él camina veinte metros y se acuerda de la flor olvidada en el auto. Retrocede, corre hasta la esquina, pero el taxi ya no está. Vuelve hacia el bar, entra apresurado. Se choca levemente con una mujer cabizbaja que sale. Busca con la mirada. Una pareja, un hombre, otro hombre, un grupo, tres mujeres. ¿Se le habrá hecho tarde?
Ella en la puerta duda, duda una vez más. ¿Se le habrá hecho tarde o no vendrá? Mira el reloj. No puede esperar más de quince minutos en la primera cita. No quiere empezar con el pie izquierdo. Por la esquina pasan taxis. Se va hacia allá.
Él da vueltas por el bar, se acuerda de la mujer que recién salió, mira hacia la puerta y la ve alejarse, le pregunta al mozo si tenía un libro. El mozo duda, no se acuerda, puede ser. Sale del bar, la busca, ve la espalda de esa mujer que para un taxi en la esquina, cree que es su taxi. Le hace señas. No lo ven.
La mujer se sube al taxi y ve una flor roja en el asiento. Llora y sonríe a la vez. Le va a avisar al taxista, pero éste comienza a hablarle de la manifestación. Entonces no le dice nada. Toma la flor con sus manos cuidando de no lastimarse con las espinas y decide que esa rosa roja es para ella.


¡Ya veremos cómo se excusa por chat!

martes, 13 de mayo de 2008

La cita



La cita ya está acordada. Él llevará una flor roja; ella, un libro de poemas. Se ríen de su cursilería. Coinciden.
La cita será a las seis. De él no sabemos nada; de ella, tampoco. Hace un mes que intercambian mensajes por el chat. Ella intenta escribir una historia de amor. Él usa el teclado.
La cita es a las seis en un bar de Corrientes. A ella le gustan los poemas. Él tendrá que ver dónde compra la rosa. Los dos se bañan, se perfuman, se sonríen un poco. Se ilusionan otra vez, a pesar de todo.
La cita fue acordada hace una semana. Tuvieron tiempo de imaginarse y reescribirse. Los siete días pasan veloces y las horas se hacen eternos minutos.
La cita no sabemos cómo será. Sólo vemos un hombre que se aflojó la corbata y compró una flor roja. Una mujer que se arregló el flequillo y apretó un libro.
La cita va a empezar en otro cuento.



Copyright©2008

domingo, 11 de mayo de 2008

El lado oscuro del corazón

“Me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! –y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!”




Palabras más, palabras menos, así empieza la mejor película de Subiela, "El lado oscuro del corazón", estrenada en mayo de 1992. Y como esta tardecita de domingo me dio ganas de volver a verla...
El texto está en "Espantapájaros", de Oliverio Girondo, editorial Losada. Todo ese libro es maravilloso. Yo me enamoré de Girondo en esa pelìcula y del personaje que tan bien interpreta Grandinetti, también. Jamás me olvidé de su sobretodo negro, al viento, acompañando sus pasos melancólicos y "malditos" por la ciudad.


De regalito, un link con el comienzo de la película:
www.youtube.com/watch?v=-EMBtqEC1ew

y de yapa, otra secuencia de la pelìcula:
www.youtube.com/watch?v=1FMWZvV28cU

martes, 6 de mayo de 2008

Diálogos





Intentar escribir.
Comprar un cuaderno, probar la lapicera, huir de teclados.
Siempre huir. Un poco.

No sé

No sé muchas cosas, León Felipe, es verdad; tampoco todos los cuentos. A veces, ni siquiera uno. Ni el propio.

Pero intento.

Tratar de escribir, de salvar(se) (me) (lo) (la). Un inicio brillante, envidiado: lo li ta.
Llorar en un café, sonreír en una medialuna, resucitar en un renglón.

Juego, siempre juego, me distraigo. Inconstancia de amar, de odiar, me río, me lloro, me olvido. Pierdo el estilo que no tuve, me canso, me aburro, geminiana en la rueda de la fortuna de ganar y perder.
La inmensidad de la nada.

Palabras repetidas, incompletas, implícitas siempre: triste, el amor, casi, el hijo, lloro, la casa, Duràs, la escritura, todo, el tiempo, juego, la nada.

Intento, sigo, a pesar de

Un pésame más.

Comprarse un cuaderno para intentar, a pesar del ruido, gratificarme. Soy maravillosa. Resisto. He ahí la grandeza de la impotencia irreverente.

No renuncio.

Juego al tute. Me río. Te extraño. Te dejo.
Te necesito. Te invento. Te rechazo. Te persigo. Te busco. Te abandono. Te temo. Te flagelo. Te abandono. Te encuentro. Te te te te te te.

Y los ruidos del café de la música de la radio de la gente de los ecos de la angustia del deseo del pecado del destierro del tiempo del miedo de la soledad del frío del viento de la infancia del incesto del fallido del invierno del campo del trueno de la despedida del encuentro de dos.

Y la mano que sigue, sola, terca, sin mí, sin yo.
Lo escrito para otros.

Escrita.

Copyright©2008

domingo, 4 de mayo de 2008

Otro de la Durás


Estoy releyendo "Ojos azules pelo negro" de la amada Marguerite:



"Se sorprenden de pronto miràndose el uno al otro. Y de pronto, vièndose. Se ven hasta la suspensión de la palabra en la página, hasta ese golpe en los ojos que huyen y se cierran"


Y no pude leer más

lunes, 28 de abril de 2008

Marguerite Duras, la más amada




Tal vez, porque uno hace propios determinados textos y siente que están allí donde uno va, desde siempre...

Tal vez sólo porque sea ingrata o despistada...

Tal vez, porque recurro a mis amores en días como estos, grises, en los que podría hacer míos los versos de Neruda: "Puedo escribir los versos mas tristes esta noche/escribir por ejemplo la noche está estrellada/ y tiritan azules los astros, a lo lejos"...

Lo cierto es que hace más de un mes que comencé este blog y recién ahora se me ocurre porstear algo de mi escritora predilecta: Marguerite Duras, de su libro "Escribir", una joya que cualquiera que intenta la literatura debiera leer:

“Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla porque es imposible hablar a alguien de un libro que s está escribiendo. Es imposible. Es lo contrario del cine, del teatro y otros espectáculos. Es lo contrario de todas las lecturas. Es lo más difícil. Es lo peor. Porque un libro es lo desconocido, es la noche, es cerrado, eso es. Un libro avanza, crece, avanza en las direcciones que creíamos haber explorado, avanza hacia su propio destino y el de su autor, anonadado por su publicación: su separación, la separación del libro soñado, como el último hijo, siempre el más amado.

Un libro abierto también es la noche.

Estas palabras que acabo de pronunciar me hacen llorar, no sé por qué.”





Otros libros para tener en cuenta de la misma autora: "El amante" o "El amante de la China del Norte", "El amor", "Emily L." y tantos otros



miércoles, 23 de abril de 2008

Día del Libro y de los Derechos de Autor
















Hoy es el Día del Libro y de los Derechos de Autor y entonces decidí postear el primer cuento mío que se hizo acreedor de una mención de honor en un concurso y de la posterior publicación en una antología llamada Imperfectas soledades. Es decir...: el primer cuento que me hizo pensar en los derechos de autor!!! Jajaja.





Espero que lo disfruten y que me comenten qué les pareció. Ahí va (de paso, si a alguno se le ocurre un mejor título, acepto sugerencias, el que tiene jamás me convenció, gracias):

Una enfermedad de hoy

Urgalio: supuración dermatológica, eso había dicho el médico. Que era producida por el estrés no había necesidad de mencionarlo: eso él ya lo sabía. ¡Loco venía de la oficina, loco! De color verdáceo, ¡vaya novedad! ¿Se había creído que era ciego también? El color ya lo había visto antes de ir a pagarle un bono de consulta a esa luminaria de la ciencia. Si fue justamente el color lo que le hizo gritar a la Coca como una fiera: “¡Te estás pudriendo en vida, viejo!”. Lo de la aparición esporádica fue lo único digno de un matasanos que justificó el bono. Después de la explicación se sentía aliviado, por lo menos no lo iba a tener siempre. Va y viene, le dijo el médico. Espero que vaya y no vuelva, pensó él. Pero si algo no podía aceptar de la maldita supuración era el lugar que había elegido para hacerlo. Tanto y tantos kilos de grasa y justo tuvo que aparecer allí. Alrededor de los genitales, dijo el médico. ¡En los huevos!, gritó él.
Y con una crema y el pantalón flojo, por las dudas, volvió a la casa. ¿Urga qué?, le gritó la Coca que siempre gritaba. Urgalio dijo el médico, urgalio. Eso te pasa por huevón y maricón, siempre te estás rascando los huevos, hurga que te hurga. Después querés que los chicos no se metan los dedos en la nariz. Ni las manos te lavás después, para qué si así es más cómodo. Ni vas a buscar otro trabajo, total en la oficina de mierda el señor está bien: ¡Se rasca todos los días los huevos! ¡A diestra y a siniestra! Total si después la familia tiene que hacer magia con cuatrocientos pesos roñosos a él no le importa. Se rasca los huevos y listo, santo remedio. Total la Coca se arregla, que limpie cinco casas no importa y si se queja que limpie cinco más. Y de paso puede limpiar ésta, ¿no?, que buena falta le hace. Y ocuparse más de los chicos y esperarlo sin cara de culo y con la mesa servida, de paso. Así piensa el señor y la conciencia limpita, limpita después. Si no le gusta, si no le alcanza: ¡que labure más! Que yo contento todo el día rascándome los huevos como un ...
No escuchó más. Cuando la Coca se ponía el cassette no la terminaba nunca. Caminando lentamente se fue al bar del Gallego donde a esa hora ya podría encontrar a Tito. Lo pensaba, por hoy, invitar con una ginebra y contarle su problema. Mientras caminaba las tres cuadras hacia el lugar, el escozor se hizo más agudo y con mucha precaución se acarició más que rascó el costado de su genital derecho porque tenía temor de hacerse más daño. Pero en ese momento se acordó de su mujer y se rascó violentamente, luego insultó al aire y siguió caminando.
Tito ya estaba ubicado en la mesa de siempre. ¿Qué hacés, viejo, que hace tantos días que no te veo por acá? Qué bueno verlo, con Tito era más fácil hablar, siempre iba al grano. Estuve mal, Tito, tuve que ir al médico y el turro ese me dijo que tengo algo así como urganio, urgalio, qué sé yo. Me pican, Tito, me pican los huevos. No te hagas problema, viejo, a mí cada tanto también, es normal. El problema es que a mí me pican un rato, contestó, y después no me pican más. Pero al rato viene y otra vez más fuerte. Es intermitente dijo el médico. ¿Qué problema te hacés?, le dijo riéndose, a mí también me pasa, a todos. No, Tito, a mí se me están poniendo verdes. ¡¿Verdes?! Ah, no, eso no. Andá al médico, ché. Ya fui al médico, dijo, eso es lo que te estoy contando. Me explicó que es por el estrés y me dio una crema. Ah, bueno. Pero, ¿es contagioso? No, es nervioso. De nervios ni me hables, ¿a que no sabés lo que me hizo el turro de mi cuñado? Estoy enloquecido, me cagó. ¿Te acordás que le salí de garante de la casa que se compró? Resulta que hace como seis meses que no paga la cuota de la hipoteca, desde que lo rajaron de la fábrica cuando cerró. Y ayer me llamó el abogado para que yo lo cubra. Fijate que el hijo de puta ni siquiera me avisó antes, si no iba y lo agarraba del forro del culo y lo metía veinte horas arriba de un auto. Que labure de remisero, de botellero o de lo que carajo sea pero que me pague, a mí que no me rompa las pelotas (la picazón se hizo en ese momento más aguda y tuvo que rascarse cuidadosamente por debajo de la mesa mientras se esforzaba por escuchar a Tito). Encima la Negra comienza con la cantinela de siempre: que cuando estábamos mal el único que nos ayudó fue su hermano, que es el padrino de Laurita, que con el bebé no los podemos dejar en la calle. ¡A mí me van a dejar en la calle por su culpa! Pero la Negra es así, a la familia no se la toqués. Ahora está en casa llorando con Claudia que fue con el bebé, cuando se enteró que ya sabíamos, para dar lástima y la Negra va y encima la consuela, le ceba mate. ¡A ellos consuela! y a mí que me parta un rayo. Un día yo me voy a cansar y...
No lo escuchó más, se levantó lentamente, dejó dos pesos en la mesa y le palmeó el hombro. Cuando Tito comenzaba a enroscarse con su mujer no la terminaba más y él necesitaba el consuelo de alguien, de cualquiera, por eso decidió ir a la casa de su mamá.
Hijo, cuánto hace que no te veo. Qué raro vos por acá. Te pasa algo. Caminás raro. No, vieja, quedate tranquila y dame unos mates, dijo. Porque la vieja preocupada era peor que la Coca. Estoy bien. lo único que tenía unas molestias y el médico me dijo que es una urticaria, que se me va a ir enseguida. Me dio una crema y nada más. ¿A ver?, dijo la madre leyendo el prospecto. Dame que te la pongo. No, vieja, se atajó él rápidamente. Es en ...una zona delicada. ¡Qué delicada, ni delicada! ¿Quién te puso Caladryl por todos lados cuando tuviste la varicela, a pesar de que ya eras bastante grandecito? No, vieja, esta vez no. Es en la ingle, dejá. ¿En dónde, en los huevos?, preguntó mientras se sacaba con la punta del repasador la crema del dedo índice. Por ahí, dijo avergonzado. Pero, ¿cómo puede ser? No me digas que por fin te decidiste y te fuiste de parranda a pescarte alguna peste. ¿Se cura, no? ¿Te mandó alguna inyección el médico o sólo la crema? Acordate que acá a la vuelta está María, que aplica inyecciones de todo tipo y de ésas también. Sí, vieja, ya sé. Pero quedate tranquila que no es ninguna peste, no empecés con lo de la joda. Pero nene, si no fuiste vos fue la depravada de tu mujer la que te contagió, yo te dije que ésa tarde o temprano te iba a cagar, ya en el barrio...Vieja, te dije que no empezaras. Yo no empiezo, hijo, a las pruebas me remito. ¡Qué pruebas ni ocho cuartos, es nervioso, no es contagioso, es por el puto estrés! Bueno, tranquilizate. Igual la Coca podría traerme a los chicos de vez en cuando, ¿no? ¿Cuánto hace que no los veo? Siempre la excusa de que viven lejos, de que la plata no alcanza, de que trabaja todo el día, pero en realidad es porque no me puede ni ver y si deja a una abuela sin sus nietos eso a ella ni le importa. Bueno, vieja, se me hizo tarde, me tengo que ir. Bueno, nene, pero antes de irte ¿no pasás por lo de Teresita y le dejás algo de plata? Es tanto lo que le debo que cualquier día me va a dejar de fiar hasta el pan, porque tu hermana también hace mucho que no viene, total una está acá sola y eso a nadie le importa. Bueno, vieja, algo le dejo. Chau, cuidate.
Y así se quedó su madre en el umbral de la puerta, cubriéndose con un chal y mascullando no sé qué de la soledad y la ingratitud de los hijos y la puntada que otra vez se hacía más fuerte y que mejor no rascarse porque después es peor y qué mierda si a la final es lo único que calma.



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