miércoles, 29 de octubre de 2008


Recostada en mi incertidumbre
las luces son tenues
el sonido lejano
las voces ajenas

El ruido perturba el ocaso
en el umbral
del precipicio
de mi futuro

El salto felino
acecha posible propio
sin refugio
sin cueva

y las manos
temblorosas

y un cuaderno
para ser saciado

Cuando las palabras calmen el hambre


Copyright 2007

domingo, 26 de octubre de 2008

Poema 12, en Espantapájaros, de Oliverio Girondo

Me tomo el atrevimiento de dedicar este bello poema de Oliverio a Antonia

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.

martes, 21 de octubre de 2008

Yolleo, de Oliverio Girondo



Eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé y tanto
desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre
siempre yollando y yoyollando siempre
por qué
si sos
por qué dí
eh vos

no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo






Oliverio Girondo




Este bellísimo poema, que les suelo leer a mis alumnos para que desarticulen un poco el lenguaje y las ideas previas que tienen sobre la literatura (y que de paso me sirve para desahogar penas o hacerme la payasa en el curso, según el caso), fue extraído de En la masmédula, Losada, 1998.


Si quieren escucharlo maravillosamente recitado por el mismísimo Oliverio, un link directo:






miércoles, 15 de octubre de 2008

Cortázar y los cronopios



El otro día descubrí con tristeza que gente, varios de ellos vinculados incluso al ambito cultural, desconocian un capítulo fundante de la literatura argentina y me vi respondiendo a la pregunta. "¿Qué es un cronopio?"

Aún no puedo creer que esto suceda, como tampoco puedo entender a tantas personas atentas a los movimientos de las bolsas (yo que la única transaccion comercial que entiendo es el trueque) ni que en la televisión argentina no haya casi ningún programa digno de ser visto. Digo, como para mencionar algunas de las tantas cosas de este mundo que no comprendo...

No saber que Cortázar inventó los cronopios, Borges el aleph o que Hernández innortalizo "los hermanos sean unidos" para mí es la confirmación de que existen los universos paralelos y que hay demasiada gente perdida en ellos.

Mi desazón no me permite expresar esto con elegancia así que le cedo la palabra a mi adorado Julito para que presente a sus maravillosos cronopios, famas y esperanzas:



Viajes



Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades. Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios. Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.



Costumbres de los famas

Sucedió que un fama bailaba tregua y bailaba catala delante de un almacén lleno de cronopios y esperanzas. Las más irritadas eran las esperanzas porque buscan siempre que los famas no bailen tregua ni catala sino espera, que es el baile que conocen los cronopios y las esperanzas. Los famas se sitúan a propósito delante de los almacenes, y esta vez el fama bailaba tregua y bailaba catala para molestar a las esperanzas. Una de las esperanzas dejó en el suelo su pez de flauta -pues las esperanzas, como el Rey del Mar, están siempre asistidas de peces de flauta- y salió a imprecar al fama, diciéndole asi: -Fama, no bailes tregua ni catala delante de este almacén. El fama seguía bailando y se reía. La esperanza llamó a otras esperanzas, y los cronopios formaron corro para ver lo que pasaría. -Fama -dijeron las esperanzas-. No bailes treegua ni catala delante de este almacén. Pero el fama bailaba y se reía, para menoscabar a las esperanzas. Entonces las esperanzas se arrojaron sobre el fama y lo lastimaron. Lo dejaron caído al lado de un palenque, y el fama se quejaba, envuelto en su sangre y su tristeza. Los cronopios vinieron furtivamente, esos objetos verdes y húmedos. Rodearon al fama y lo compadecían diciéndole así: -Cronopio cronopio cronopio. Y el fama comprendía, y su soledad era menos amarga.


Alegría del cronopio

Encuentro de un cronopio y un fama en la liquidación de la tienda La Mondiale.
-Buenas tardes, fama. Tregua catala espera. -Cronopio cronopio? -Cronopio cronopio. -Hilo? -Dos, pero uno azul.
El fama considera al cronopio. Nunca hablará hasta no saber que sus palabras son las que convienen, temeroso de que las esperanzas siempre alertas no se deslicen en el aire, esos microbios relucientes, y por una palabra equivocada invadan el corazón bondadoso del cronopio.
-Afuera llueve- dice el cronopio. Todo el cielo. -No te preocupes- dice el fama. Iremos en mi automóvil. Para proteger los hilos.
Y mira el aire, pero no ve ninguna esperanza, y suspira satisfecho. Además le gusta observar la conmovedora alegría del cronopio, que sostiene contra su pecho los hilos -uno azul- y espera ansioso que el fama lo invite a subir a su automóvil.


Tristeza del cronopio

A la salida del Luna Park un cronopio advierte que su reloj atrasa, que su reloj atrasa, que su reloj. Tristeza del cronopio frente a una multitud de famas que remonta Corrientes a las once y veinte y él, objeto verde y húmedo, marcha a las once y cuarto. Meditación del cronopio: "Es tarde, pero menos tarde para mi que para los famas, para los famas es cinco minutos más tarde, llegarán a sus casas más tarde, se acostarán más tarde. Yo tengo un reloj con menos vida, con menos casa y menos acostarme, yo soy un cronopio desdichado y húmedo". Mientras toma café en el Richmond de Florida, moja el cronopio una tostada con sus lágrimas naturales.


Los textos fueron extraídos de: "Historias de Cronopios y de Famas", Bs.As., Editorial Sudamericana, 1994.

Si se quedaron con ganas de más, pueden ver un videíto donde Cortázar explica cómo nacieron los cronopios:

Y si quieren seguir escuchando su voz afrancesada leyendo sus propios textos:

jueves, 2 de octubre de 2008

Todo lo demás

El crepúsculo se cuela a través de la ventana del departamento de Belgrano. Desde allí se pueden ver las vías desgastadas del tren y oír el chirrido monótono de los rieles y maquinarias.
María está tejiendo cerca de esa ventana, pero el tejido de María parece detenido en el tiempo. Los últimos puntos fingen deshacerse unos a otros. María debería llamarse Penélope.
Los reflejos rojizos del crepúsculo se cuelan por esa y por todas las ventanas de Buenos Aires. Es una tonalidad que hiere, pero también que resucita. Neruda debería estar escribiendo.
María mueve apenas las agujas y finas hebras de lana se deslizan por sus dedos. El tejido de María no ha avanzado mucho. Ella está sentada cerca de la ventana por la que se cuela el atardecer, levemente apoyada en un alto sillón de terciopelo verde. Pero María no está en una finca ni tiene perros. Ella está en su pequeño departamento de Belgrano que mira hacia las vías del ferrocarril. Tiene, tal vez, abierto sobre la mesa un libro de Cortázar.
Los matices del crepúsculo pasan del anaranjado al rojo, del bermellón al violeta. El libro está abierto sobre la mesa y el cuento no fue terminado. El tejido de María, tampoco.
Las hebras de lana se deslizan por los dedos flacos de María que se arrellana, un poco menos leve, en su sillón favorito. Tal vez tiene miedo y por eso no terminó la novela. De pequeña fue ayudante de mago, ahora está tratando de terminar una vuelta de su labor.
Los reflejos púrpuras tiñen los cristales de la ventana y van oscureciendo la habitación del pequeño departamento de Belgrano donde María esta tratando se terminar su trabajo. De lejos se oye el silbido del tren, sólo de lejos, porque el pequeño departamento de Belgrano está en el séptimo piso y el sonido allí ya se confunde, un poco, con el viento.
Los dedos de María parecen cansarse y la cadencia del movimiento disminuye aún más hasta hacerse imperceptible.
El crepúsculo exhala sus últimos tonos. María apoya el tejido en el alto respaldo de su sillón de terciopelo.
María por fin se ha levantado, cerrado el libro y abierto la ventana.




Copyright 2004