miércoles, 25 de junio de 2008

Los eucaliptos

Los eucaliptos de papá los juntábamos en el Parque Avellaneda; su aroma llenaba la habitación cuando los poníamos en la cacerolita encima de la estufa y el vapor insípido del agua se mezclaba, sensual y permitido, con el olor de eucaliptos recién arrancados, de aquellos árboles del Parque Avellaneda, esos domingos a la tarde.

A la noche, pero eso seria mucho después, vendrían las pesadillas con el león inmenso que se abalanzaba sobre mí, niña Eva, que jugaba a Afrodita o a Electra, sin saberlo aún.




Copyright 2008

domingo, 22 de junio de 2008

Juan Carlos Onetti, uno imposible de amar y de dejar de hacerlo

"- ¿No quiere que hablemos?- invitó seria, sacudiendo aún la cabeza.
- No.
- Está bien. Usted es un hombre. Esa vieja incapacidad de los hombres para revisar una cuenta cuando saben que la cuenta está equivocada...
- No entiendo -murmuró él; miraba hacia abajo, el estrecho camino costero por donde caminaría alguien viniendo hacia él sin saberlo -Y si entiendo, siempre creí que era una particularidad femenina.
- No, no. Una mujer no. Ni siquiera aprendió eso, pobrecito. Una mujer seguirá creyendo que, de alguna manera, por alguna cifra que está actuando sin figurar en la cuenta, la suma es exacta. Pero hará la comprobación cada día, en cada oportunidad, y sabrá siempre que en apariencia, en el papel, está equivocada. Yo sé que usted va a ofenderse si le acaricio la cabeza; por eso no lo hice nunca. Además una mujer sabe qué cifra es la que estropea la cuenta."


El diálogo anterior pertenece a la novela de Juan Carlos Onetti: "La vida breve". Este excelente escritor uruguayo cuenta acá la historia de Brausen, un escritor que, frente a la crisis de su matrimonio, empieza a imaginar ficciones. Este es el argumento/excusa que Onetti usa magistralmente para contar cómo se hace una novela.

Brausen, creador/dios/escritor, vive la vida de sus personajes, es sus personajes, dialoga con ellos, comparte la oficina con el mismo Onetti... Una delicia. Eso sí, no apta para leer en el colectivo por el existencialismo que destila, la fuerza demoledora de algunas frases, la antiheroicidad de sus personajes, los saltos permanentes de escenarios y de tiempos, la belleza de algunas frases que necesitan su tiempo de asimilación.

Una novela probablemente escrita desde la cama (Onetti pasó diez años en una). Una novela para ser leída en la cama, con los ojos bien abiertos.

lunes, 16 de junio de 2008

Shhh



la obviedad de la palabra

calla

frente a la certeza

de este silencio
Copyright2008

viernes, 6 de junio de 2008

Fotos de prostíbulo


Maquillaje. Si pretenden que acepte, ¿cómo se dice?, sacarme una foto, por lo menos me tengo que maquillar. Algunos dicen que esos aparatos te quitan el alma. Por eso me voy a dejar convencer. Y maquillar bien.
Hace ya una hora que llegaron. Vienen de Buenos Aires. Eso se nota aún antes de que lleguen. Por el ruido del motor, por sus voces gritonas, sus aires no tan buenos. Como aquél, como ése del que me quiero olvidar. Del que ya me olvidé.
Bajan del auto y una ya sabe quiénes son. Son ruidosos, exagerados, ricachones que se llevan el mundo por delante. Pero de puertas para adentro saben que son unos pobres tipos. Ni el perfume francés, ni los zapatos caros les sirven para convencerme, otra vez convencerme, de que son felices o de que saben lo que quieren. El único que lo hizo fue él. Y no era tan rico, ni tan bullicioso, ni tan extrovertido, ni tan... nada. No me quiero acordar. Mejor, maquillarme y salir al patio y jugar a la puta de provincia y convencerlos a ellos de que me creo el juego, la historia, sus risotadas. Tener el control y divertirme con eso, con que se crean mi ingenuidad, mi escasa alegría y ver en todos ellos a ninguno, para no verlo a él, para no pensar en él, para que en el cuarto, dentro de un rato, no seamos dos los que lloremos. Porque ya se sabe: una puta no debe jamás enamorarse.


Copyright©2008


Compiló las fotos Ricardo Ceppi
Curiosidad: Este cuento lo escribí hace unos añitos cuando iba a un taller lietrario y su coordinador (¡grande, Jorge Cabrera!) nos mostró estas antiguas fotos de un prostíbulo de provincia. Después nos contó la maravillosa historia de su aparición.
Resulta que una serie de extraños fenómenos (algunos llamarán casualidades) hicieron que estuvieran en una exposición en una galeria de Buenos Aires en 2005: una niña, jugando en la calle encontró unos tubitos de cartón, no sólo los recogió y no perdió o rompió sino que se los llevó a su casa. Esta niña es hija de un fotográfo, Ricardo Ceppi, y su padre reconoció el material. No tenía mucha esperanza en su conservación, pero la curiosidad fue más fuerte y por fin intentó la revelación. Y así fue como descubrió estas fotos. Y así fue como salieron a la luz, despuès de más de sesenta años, estas imágenes de un grupo de hombres bien vestidos que realizaban un largo trayecto, máquina en mano, hasta el viejo lupanar campesino de principios de siglo.

¿Es una serie de casualidades o el arte que trasciende y se muestra más allá de nuestras circunstancias y designios?

martes, 3 de junio de 2008

Silencios de escritora



"Puedo escribir los versos más tristes esta noche", repetía para sí una y otra vez la escritora.


No eran versos suyos. Tampoco era chilena, ni tenía una casa en Isla negra. Pero tenía un día negro. Y estaba triste.


"Escribir es no hablar", recordaba. Entonces pensó que estba bien escribir.


"Escribir es terrible", alguien debería haber dicho eso.

Es la noche.


Las flores nacen, crecen, se reproducen y mueren. Las flores se marchitan.


Las flores.


La flor del principito era egoísta. Pero se dejó domesticar, piensa.


Escribir es estar sola.


La soledad de la escritura. La soledad de la escritora.


La soledad.


Puedo escribir los versos más tristes hoy. Y no. Ni siquiera.


La escritora deja la lapicera. Va a la cocina. Se prepara un té. Se atiende. Se mima. Se perdona.



Copyright 2008 La imagen pertence a Irene Morack

lunes, 2 de junio de 2008

La cita IV (final)



Ella: “Hay piel, no puedo negar que me atrae este oso. ¿Por qué será tan dulce en la cama y después nada? Nos vimos el sábado y ni un llamado, un cómo estás. No estoy hecha para estos encuentros así. ¿O seré una estúpida por haber estado tantos años casada? ¿Tendrá razón la psicoanalista cuando me dice que no me quiero entregar a ningún hombre? Al final con Osvaldo era más fácil, tendría sus defectos pero… ¡Y este estúpido que no es capaz de llamar! ¡A la confitería horrible que me quería llevar el otro día! ¿No ve que soy una mujer hecha y derecha? ¿Ninguno me va a valorar? ¡Para repetir lo de Osvaldo me quedo sola y listo! ¡Buey solo bien se lame! Si al final los hombres están todos histéricos. Cuando voy por la calle, en una confitería, en el colectivo… ¡todos me miran, pero nada más! ¡Y después una se encuentra con tipos como éste! ¡Ni abrirte la puerta del auto! Osvaldo será lo que será, pero caballero era…
¿Me voy a quedar sola a los 42 años? ¿O me voy a tener que resignar a estar con alguien tan poca cosa? ¡No, no quiero! Quiero sentir que se preocupan por mí, que soy importante para él, que no soy un polvo y nada más. ¡Pero qué noches, mi Dios! Nunca creí que la podría pasar así con alguien que no fuera Osvaldo, y eso que él en eso…Si éste después de la cama fuera la mitad de lo que es allí, hasta me caso de nuevo! Pero bah, ¿me tendré que conformar con esto? Muchas ganas de formar un hombre otra vez no tengo, ¡ni quiero! ¿Por que? Si yo ya estoy formada, ¡por qué no me puedo encontrar alguien más o menos normal, que esté bien parado y sepa qué quiere? ¿Es mucho pedir eso?
¿Y encima no es capaz de llamar?”

Él: “¿Qué hago? ¿La llamo o no la llamo? Le mandé un mensaje y me lo contestó muy cortante. Tiene carácter fuerte esta mina! ¿Será verdad lo de los signos? ¿Quién me mandó a engancharme con una ariana otra vez? Dentro de todo a Mari la sabía llevar! Bah, ¡hasta que se rajó con el veterinario ése! Pero pensándolo bien, ¡está bien! ¡Si es una yegua!
Pero ésta es muy complicada, yo me doy cuenta, lo quiere disimular pero no puede. Siempre está como controlando todo, que si vamos aquí, que si vamos allá. ¿Por qué no vamos al telo y listo? ¿Para qué tanta vuelta al pedo? Si lo que queremos los dos es echarnos un polvo que nos dure toda la semana! ¡Yo vivo en una punta de la ciudad y ella en la otra! ¡No pretenderá que le haga el noviecito y la venga a buscar en la semana! Yo tengo mi trabajo, el partido con los muchachos, mis hijos… ¡Mirá si ahora que me deshice de la yegua voy a soportar a otra que me maneje los tiempos! ¡No, señor! Como dice Juan, ¡palo y a la bolsa! ¡Si las minas están todas locas! ¡Entregadísimas! ¡Y uno, que las sabe atender como Dios manda..! ¡Después no te las sacás más de encima! ¿Qué me tengo que enroscar con ésta?
Esta bien que la mina me guste, que en la cama se deje llevar como una gatita, pero todo lo demás es una lata! ¿La llamo o no la llamo? No, mejor llamo a Juan y organizamos una partida de pool. Mañana vemos.


Se vieron, se buscaron y se encontraron algunas veces más. Y paulatinamente se fueron distanciando.
Fueron apareciendo otras personas en sus vidas y fueron olvidándose.
A él le quedó de ella el olor de su piel mezclado con el buen perfume que usaba, ahora sólo saldrá con mujeres que usen perfumes importados, tal vez.
A ella le quedó de él el sacudón del miedo a estar con otro hombre, ahora está lista para un mejor encuentro, quizá.