lunes, 2 de junio de 2008

La cita IV (final)



Ella: “Hay piel, no puedo negar que me atrae este oso. ¿Por qué será tan dulce en la cama y después nada? Nos vimos el sábado y ni un llamado, un cómo estás. No estoy hecha para estos encuentros así. ¿O seré una estúpida por haber estado tantos años casada? ¿Tendrá razón la psicoanalista cuando me dice que no me quiero entregar a ningún hombre? Al final con Osvaldo era más fácil, tendría sus defectos pero… ¡Y este estúpido que no es capaz de llamar! ¡A la confitería horrible que me quería llevar el otro día! ¿No ve que soy una mujer hecha y derecha? ¿Ninguno me va a valorar? ¡Para repetir lo de Osvaldo me quedo sola y listo! ¡Buey solo bien se lame! Si al final los hombres están todos histéricos. Cuando voy por la calle, en una confitería, en el colectivo… ¡todos me miran, pero nada más! ¡Y después una se encuentra con tipos como éste! ¡Ni abrirte la puerta del auto! Osvaldo será lo que será, pero caballero era…
¿Me voy a quedar sola a los 42 años? ¿O me voy a tener que resignar a estar con alguien tan poca cosa? ¡No, no quiero! Quiero sentir que se preocupan por mí, que soy importante para él, que no soy un polvo y nada más. ¡Pero qué noches, mi Dios! Nunca creí que la podría pasar así con alguien que no fuera Osvaldo, y eso que él en eso…Si éste después de la cama fuera la mitad de lo que es allí, hasta me caso de nuevo! Pero bah, ¿me tendré que conformar con esto? Muchas ganas de formar un hombre otra vez no tengo, ¡ni quiero! ¿Por que? Si yo ya estoy formada, ¡por qué no me puedo encontrar alguien más o menos normal, que esté bien parado y sepa qué quiere? ¿Es mucho pedir eso?
¿Y encima no es capaz de llamar?”

Él: “¿Qué hago? ¿La llamo o no la llamo? Le mandé un mensaje y me lo contestó muy cortante. Tiene carácter fuerte esta mina! ¿Será verdad lo de los signos? ¿Quién me mandó a engancharme con una ariana otra vez? Dentro de todo a Mari la sabía llevar! Bah, ¡hasta que se rajó con el veterinario ése! Pero pensándolo bien, ¡está bien! ¡Si es una yegua!
Pero ésta es muy complicada, yo me doy cuenta, lo quiere disimular pero no puede. Siempre está como controlando todo, que si vamos aquí, que si vamos allá. ¿Por qué no vamos al telo y listo? ¿Para qué tanta vuelta al pedo? Si lo que queremos los dos es echarnos un polvo que nos dure toda la semana! ¡Yo vivo en una punta de la ciudad y ella en la otra! ¡No pretenderá que le haga el noviecito y la venga a buscar en la semana! Yo tengo mi trabajo, el partido con los muchachos, mis hijos… ¡Mirá si ahora que me deshice de la yegua voy a soportar a otra que me maneje los tiempos! ¡No, señor! Como dice Juan, ¡palo y a la bolsa! ¡Si las minas están todas locas! ¡Entregadísimas! ¡Y uno, que las sabe atender como Dios manda..! ¡Después no te las sacás más de encima! ¿Qué me tengo que enroscar con ésta?
Esta bien que la mina me guste, que en la cama se deje llevar como una gatita, pero todo lo demás es una lata! ¿La llamo o no la llamo? No, mejor llamo a Juan y organizamos una partida de pool. Mañana vemos.


Se vieron, se buscaron y se encontraron algunas veces más. Y paulatinamente se fueron distanciando.
Fueron apareciendo otras personas en sus vidas y fueron olvidándose.
A él le quedó de ella el olor de su piel mezclado con el buen perfume que usaba, ahora sólo saldrá con mujeres que usen perfumes importados, tal vez.
A ella le quedó de él el sacudón del miedo a estar con otro hombre, ahora está lista para un mejor encuentro, quizá.