domingo, 10 de agosto de 2008

Del juego final



La grieta no parecía ceder. Yo siempre deseé y temí el momento en que eso sucediera. Pero ésta no es mi quimera, es de ella. Y debería continuarla.
¿Cómo narrar una historia de pedazos, hecha añicos por la necia obstinación de que todo continúe igual?
La grieta no quería ceder. Ella tampoco. Si digo que toda su vida era el precio que había pagado para llegar allí, no cuento demasiado. Habría que relatar, si fuera posible, cada minuto de cada hora, cada uno de aquellos sesenta segundos de desprecio y lástima de sí misma, de amor y odio contra sí y el mundo, para comprender la llegada inoportuna de ese momento.
La grieta no podía ceder. Intentemos atarnos a este relato, el de Eva, el mío. Ella lo había intentado todo, incluso entenderlo, incluso perdonarse. Peor ya estaban en las últimas páginas de un libro mal contado. Continuaba por inercia, pero el final era evidente.
La grieta no debía ceder.

Hasta que fue traspasada y ya no hubo juego ni final.

Copyright 2004

10 comentarios:

Nikté dijo...

Mi muy muy muy muy querídisima Vero.
Siento no estar contigo como debiera, de hecho no estoy leyendo a casi nadie por no decir nadie.
No estoy en mi mejor momento en ningun aspecto, asi que tenga compasión de mi.
Ahora te leo

Nikté dijo...

Me has dejado K.A.O

Raúl dijo...

Maravilloso tu comentario en mi blog. Me has dejado deslumbrado tanto por el esfuerzo, como por la visión final que proporcionas.
Hablando de "final" y aludiendo a tu texto; uno podría decir que hay finales anunciados, por mucho que uno intente o no intente hacer por evitarlo. La griesta, siempre será la grieta.

Ana Estu dijo...

Hola.

Me gusto mucho tu relato, pero no lo entendí. No importa, casi todas las cosas que me gustan me resultan de algún modo incomprensibles.

Mi experiencia es que al final, faltando dos páginas, todos ceden

Sibila de Cumas dijo...

Hola, Nikte!! Arriba el ánimo, muchacha. Te lo dice otra que hoy no está tampoco en uno de sus mejores días! Pero como dice el refrán, siempre que´llovió, paró!
Me alegra mucho estar de nuevo conectada contigo, la verdad es que te extrañaba!
Te mando un fuerte abrazo de oso!!

Sibila de Cumas dijo...

Gracias, Raúl por tu respuesta a mi comentario, pero lo que se hace con placer no es esfuerzo. Realmente disfruté tu texto!
Respecto de este texto, sí, es una grieta.
Cariños

Sibila de Cumas dijo...

Hola, Ana! Bienvenida a mi blog. No te preocupes, yo tampoco entiendo mucho este texto. A veces se escriben solos. Ja.
¿"Faltando dos páginas todos ceden"? Qué interesante. Te estaré visitando!
Saludos

Mirache dijo...

que feas son las grietas y más cuando se hacen en el corazón.

hermoso relato de esos que flueyen solo en nuestrso monologos internos que no son mas que luchas internas

saludos desde cuaquier lugar

Alejandra dijo...

Coincido con Nikté, me has dejado K.A.O y con la boca abierta

Anónimo dijo...

yo entre más leo este relato que parece no entenderse, me sabe más a renuncia, esa renuncia que hacemos por algo que equivocamente llamamos grieta, pero que no nos damos cuenta que es MIEDO.