miércoles, 5 de marzo de 2008

Carta de mujer, por nuestro día


Se acerca el Día de la Mujer y a pesar de que no soy amante de los almanaques (en primer lugar porque nos hacen notar que somos más viejas y en segundo lugar porque es un tic tac insobornable) ni de las efemérides (porque a veces nos hace conmemorar acontecimientos sociales o personales que preferimos no recordar) digo, que a pesar de eso y a riesgo de contradecirme (está en mi esencia, como en el cuento del cangrejo) voy a inaugurar una sesión de efemérides, comenzando por nuestro día.

Clases de mujeres hay muchas y mi humor es más bien de paréntesis que de clasificaciones (al menos hoy), así que solo diré a todas las mujeres que festejen su día (no sé cómo se hace) y a todos sus hombres que las mimen un poco más (que tal vez sea una manera de festejar) y que aprovechemos los días marcados del calendario para ver qué marca tienen en nosotros; y si no tienen ninguna: elijamos nuestros propios días del almanaque y marquémoslos con rojo pasión, el mejor de los colores

Para terminar esta perorata, va un textito de mujer:




Carta a un ex amor



Mi casa, un día triste de 2002

X:

Cómo empezar a escribirte esta carta si ni siquiera puedo acompañar tu nombre con un adjetivo: ¿querido, estimado, amado, odiado, olvidado? Pero la sangre fluye y la tinta se encabrita de manera tal que la carta ya empezó, más allá de vos y de mí.
Sé que no te la daré nunca porque me desnudaré y no comprenderás mis palabras. Sé que en el fondo deseo que mágicamente llegue hasta tus manos y milagrosamente la entiendas. Sé que el pensamiento mágico es tribal, ¿pero no lo es acaso el amor también?
Hoy se cumple un año de nuestra separación. Feliz aniversario, amor. Cuando me casé con vos pensé que quizás no llegaríamos ni al primer aniversario, y ya ves, pasaron doce. Cuando nos separamos pensé que volveríamos alguna vez, y mirá, cambié.
Me estuve pariendo a mí misma durante estos doce meses y descubriéndome te descubrí. Fui armándome, fortaleciéndome, aceptándome y sacándote una a una las virtudes con las que te había vestido, disfrazado.
Te encontré mezquino, carenciado, egoísta, interesado, pobre, ruin, vacío y me supe engañada. Pero no te culpo, ayudé, fui partícipe activa de la ficción que armamos. Era más que lindo, era necesariamente vital que creyera en tu amor, que creyera que por fin alguien me amaba exclusivamente a mí. ¡Qué tonta! A cada cuota de felicidad le correspondía otra de culpa por sentir que yo no te amaba como merecías. Me sentía indigna de tu amor. ¡De tu amor! Y cada día prestaba más atención a tus deseos, a tus gustos e intentaba complacerte. A lo mejor es cierto que nunca me enamoré de vos, pero te amé. Te amé como sé que no volveré a amar a ninguna otra persona. Te amé mal, con culpa, con desconocimiento, con dolor.
Hoy ya no es nuestro aniversario, es mi aniversario de separación, como mía la tristeza de haber encontrado por fin una definición del amor: es una ficción. No existe en la realidad pero tampoco se puede negar absolutamente su presencia. Nos gusta creer que está, que a la vuelta de la esquina escribiremos con alguien una buena página de él.
Hoy, es cierto, escribe mi decepción y mi tristeza de haber dado tanto y quedado vacía, de haber creído que me dabas tanto y saber que no era nada más que mentiras o la suma de necesidades personales tuyas.
Mi desazón es infinita porque quiero olvidarte, que me resultes indiferente, no amarte cuando te recuerdo como antes, no odiarte cuando te veo como ahora, que es como antes pero sin adornos, sin mí. Lo que más me duele es la retrospectiva que hago más allá de mi fuerza de voluntad para no dañarme. Comprendo cuánto no quise ver y lo casi feliz que me sentía ciega, pero los doce años me dolieron un poquito cada uno y cada día estaba un tanto más muerta. Este año me dolió muchísimo cada día, ¿quién dijo que parirse no es doloroso?, pero me acercó más y más a la vida.
Sólo lamento tener que lamentar lo vivido. Me hubiera gustado que fueras una flor en mi pasado pero tendré que enterrarte con mi niñez y otros recuerdos tristes a los que sólo recurro cuando busco saber quién soy y cuando olvido hacia dónde quiero ir.
Así que no es un lugar tan trágico después de todo. A lo mejor cuando la decepción pase y el dolor no duela tanto pueda con cariño mirarte y reconciliarme con el amor Tal vez algún día se cruce en mi camino uno de esos personajes entrañables de los buenos cuentos y me avise que en realidad está vivo y que la ficción es buena para los libros pero que pese a todo el amor existe y a mí me guste como suena y lo vea más alto y crea que es más inteligente y piense que pueda cambiar aldo de él que no me gusta y todo vuelva a comenzar, otra vez, hasta la próxima carta de desamor.
Adiós, que seas feliz y no duelas tanto,
Y.


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8 comentarios:

Anónimo dijo...

espero algún día, no merecer una carta semejante, tampoco se trata de voluntarismos, leyendola, me imagino la carta que quisiera me escribieras, pero, ojalá que no la escribas

Lu dijo...

Qué bella carta. Qué bello los silencios que tiene. Qué valiente al escribirla y publicarla. Vendré por más de tus letras.

tia trágica dijo...

me pareció hermoso, y la carta además de bella, me sirvió para conocer aspectos ignorados de tu vida.
Me emocioné sensiblemente, cuando te descubrí por cuasualidad mirándome desde tu foto.
Te felicito y te mando un abrazo.

anais dijo...

A propósito del Día Internacional de la Mujer:

Este día, no se celebra, ni se festeja. Solo se trata de que, en conjunto, se reflexione a cerca de como estamos como género. Y, si bien muchas de nosotras podemos hacer lo que se nos cante, hay muchas otras que no. Y, lo peor, es que muchas de estas últimas creen que está bien que no lo hagan, porque no les correponde.

En fin...

PAN Y ROSAS.

Elipse dijo...

Srita, es un gusto recorrer caminos y perderse en uno muy lleno de ud!Sin más me despido!
Felis Dia!!

Anónimo dijo...

es maraviloso eso profe.

anais dijo...

Verónica:

Gracias por pasar y dejar tu comentario.
Esa carta solo es un final. Viene de toda una serie de textos publicados como "A propósito de..." y, ahi, termina todo. Alguna vez, cuando supero ciertos escollos - casi legales - aparecerá de forma coherente como SMS MSN su nombre original. Pero, mientras tanto, estarán ahí, sirviendo como exorsismo.

Nos, visitamos, dale?

Un abrazo.

P.

Mirache dijo...

Hace unos días charlaba con una amiga y colega de escritura,(CONTIGO) sobre esa casi general manía que tenemos de escribir cuando estamos pasando por un momento triste, un bache existencial, una perdida de un ser querido, de un amor, cuando somos victima del desamor, de una infidelidad, del dolor por una enfermedad, cuando estamos hundidos hasta el cuello en una depresión que nos hace ausentes de mente y de cuerpo, en fin de casi todo aquello que nos saca el llanto y ahuyenta la sonrisa y ahí es cuando llegan las pinches musas y dicen ― ¡Eh aquí estoy! ― Pero cuando estamos felices, cuando hemos conocido a alguien que de repente creemos que es “el o la” mecías que estábamos esperando desde hace un chorro de años, cuando ganamos un premio, cuando somos felices en el amor o en el trabajo, cuando los hijos sacan buenas calificaciones en la escuela o se han ganado un viaje en un concurso… ahí las pinches musas se pierden, se desaparecen y nuestro cerebro cae en lo que yo a veces me auto diagnostico como un estreñimiento cerebral.

Deberíamos convocar a una marcha mundial contra esa horrible ley que sustenta que la aparición de las musas es inversamente proporcional a la felicidad que tenga el escritor en ese momento.
¡No puede ser!

Y entonces poder empezar un escrito feliz y por ejemplo así: Hoy hay un sol que raja las piedras, y mi risa está tan caliente como esas hermosas mujeres que bailan alrededor de un tubo de acero inoxidable que rotan como lo hace la tierra respecto al sol. Hoy no hay nubes, porque como ayer no hizo sol, no hubo evaporación y las corrientes de vapor no fueron suficientes para rellenarlas... ¡Qué porquería, no me sale nada sensato…!

Soy interrumpido por el sonido de mi celular. Una voz como escapada de ultratumba vocifera a más no poder del otro lado. ― ¡Oye a tu perro acaba de aplastarlo un tráiler!

Caí de rodillas, no pude contener el llanto, se me hizo un nudo en la garganta. Fue entonces que se iluminó el cerebro y como por arte de magia tomé un pedazo de servilleta y empecé a escribir: Hoy mi vida se ha convertido en una inmensa nube gris, he perdido mi alegría, mi sensatez y mi risa se ha congelado por el abismal frío que envuelve mi alma… hoy me han llevado a quien compartía mis penas, mis alegrías. Hoy me han dejado tan solo que me pierdo en este océano de miedo… Y me sorprendo a mi mismo ante esta incontenible diarrea cerebral.

¡Legaron las musas!

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